jueves, 17 de junio de 2010

Día Mundial del Refugiado


Hace exactamente 5 años comenzó una aventura que definiría lo que, en definitiva, era lo que quería hacer con mi vida. Recién estaba terminando mis estudios de Derecho en la UCAB, era el día de la famosa "cervezada" en la que todos los 5tos años celebran haber presentado su último final y pueden gritar a todo pulmón - en mi caso particular - "¡SOY ABOGADO!!!".


Ese mismo día, mientras celebraba con mis nuevos colegas, recibí una llamada. Esa llamada que esperas más que un fin de semana de lo que ha sido una semana insoportable, pero que al llegar, no sabes qué hacer. En medio del ruido de la música, de la gente festejando, en pleno "digan güisquiiii" contesté el teléfono. Un número desconocido y no escuchaba a quien me hablaba. Tuve que ralir corriendo hasta Módulo 1 para escapar del ruido. "Aló, Valentina? Te llamo de parte de Shant Wachiwachi wachiwu (finalmente después de semanas de práctica aprendí a pronunciar y escribir bien "Dermegerditchian") de la oficina del ACNUR en San Cristóbal para visarte que el puesto de asistente de Protección en Guasdualito es tuyo! Puedes estar aquí en 15 días?"

Felicidad - Euforia - Emoción - Inquietud - Miedo - Dudas - Borrachera (Me graduéee!!) - y se repite el ciclo. Así unas 5 veces durante tres días. Finalmente me decidí y me embarqué a  como la llamamos cariñosamente, mi querida "Gausduayork".

Allí tuve la oportunidad de conocer y compartir con muchísimas familias que  habían llegado a Venezuela buscando una nueva vida, buscando paz, tranquilidad, un futuro sin violencia para sus hijos. Venían huyendo de la violencia generada por el conflicto armado que hace ya unos 50 años aqueja a Colombia.


 Recuerdos de "mis Refugiados" tengo muchos. Una familia súper amorosa y ejemplar en El Amparo, todos, hasta los más niños, con unos valores y unas ganas de salir adelante increibles, aun a pesar de haber tenido que dejar todo lo que tenían en Colombia. Una pareja de artesanos, siempre con la mejor disposición y una sonrisa en la cara... tengo una colección de pulseras que les compré, y algunas otras que me regalaron. Una madre de 4 hijos, quien había sido reclutada por las FARC a los 14 años, y que era luego, ya en Guasdualito, víctima de violencia de género por parte de su pareja, pero que sacó la fuerza necesaria para hacerle frente a esa terrible situación y salir airosa y aun más fuerte. Otra madre, viuda de un policía colombiano que murió a causa de un atentado a su comandancia, que hacía las empanadas más ricas de todo el pueblo, y cuidado si de todo el Estado Apure. Ella era nuestra "caterer" estrella cada vez que teníamos un evento, un curso, alguna charla... Todos y cada uno de ellos dejaron una marca en mí que me daba más fuerzas para seguir dándoles el apoyo que necesitaban para reconstruir sus vidas.


En Venezuela actualmente hay más de 200.000 Refugiados, en su mayoría provenientes de Colombia, aunque un gran número de ellos ha preferido mantenerse en el anonimato y no solicitar formalmente el reconocimiento de su status (a diferencia de lo que sucede en muchos países africanos, la condición de Refugiado no se otorga de facto al cruzar la frontera). Sólo unas 2 a 3 mil personas solicitan formalmente refugio ante el Estado venezolano, sea directamente en las sedes regionales de la Comisión Nacional para Refugiados o a través del ACNUR, o de ONG como el Servicio Jesuita a Refugiados y Cáritas.

A diferencia de lo que muchos pueden imaginarse, sobretodo por lo que ven en las noticias internacionales o películas, en Venezuela no existen campos de refugiados. Aquí, y en el resto de los países latinoamericanos, se busca la integración local, que las personas en situación de refugio convivan y formen parte activa de la comunidad que los recibe. Fronteras Solidarias.. 


Este domingo 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado, por Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 4 de diciembre del 2000. Cada año el Día Mundial del Refugiado está dedicado a un tema sobre el que se enfocan todas las actividades durante el mes de junio. El tema de este año es la “Casa” y con ese tema se quiere reconocer el sufrimiento de más de 40 millones de personas forzadas a abandonar su hogar en todo el mundo. También, el lema de este año es: “Me quitaron mi casa, pero no me pueden quitar mi futuro”.

Durante esta semana y hasta el 30 de junio se llevarán a cabo una serie de actividades y eventos con motivo del Día Mundial del Refugiado, así que si están interesados en asistir a alguna de ellas les dejo el Calendario de Actividades en Caracas, Zulia, Táchira y Apure. Y para los que no están en Venezuela, también habrán actividades en Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España y México.

jueves, 10 de junio de 2010

Conflictos Armados, Desastres Naturales y Ayuda Humanitaria (III)

Visitando familias refugiadas en El Amparo

Esta es la tercera entrega de lo que forma parte de tan sólo una pequeña introducción para un tema bastante complejo.  En esta ocasión les escribo sobre la importancia de la Ayuda Humanitaria en situaciones de conflictos internos y de desastres naturales y de cómo una mala gestión de dicha ayuda puede prolongar la situación de conflicto/emergencia.

   La Ayuda Humanitaria está dirigida a dar una respuesta inmediata a las crisis provocadas como consecuencia de desastres naturales o guerras. La mayoría de los conflicto y desastres pasan desapercibidos para el resto del mundo ya que o bien no alcanzan las noticias internacionales, o simplemente, con el paso del tiempo, son olvidados, un perfecto ejemplo de ello: Somalia, uno de los grandes conflictos olvidados desde hace ya casi 20 años.

La ayuda humanitaria está regulada por el Derecho Internacional Humanitario (DIH), que está contenido en los 4 tratados de Ginebra de 1949 y sus Protocolos adicionales. DIH es conocido también como el "Derecho de Guerras" y es vinculante para los gobiernos, los ejércitos participantes en el conflicto como por los distintos grupos armados de oposición o cualquier parte participante en el conflicto.

La Ayuda Humanitaria se define sobre la base de una serie de principios que se consolidaron después de la Primera y Segunda Guerras Mundiales. El precursor de estos principios ha sido el Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC) y son humanidad, neutralidad, imparcialidad, independencia y universalidad. 

La humanidad implica dar un trato respetuoso con la dignidad humana, apuntando a evitar o aliviar el sufrimiento consecuencia de los conflictos y/o los desastres naturales.

La neutralidad, que supone abstenerse de todo acto que pueda interpretarse como favorable a una de las partes implicadas o en detrimento de la otra. Esta neutralidad debe entenderse como ser neutral no hacia el sufrimiento, sino hacia las causas del mismo.

La imparcialidad implica que la ayuda humanitaria debe prestarse  a las víctimas en función de sus necesidades, sin que sean considerados criterios discriminatorios e función de raza, religión, sexo e ideología política.

La Independencia: las organizaciones humanitarias desempeñan sus funciones sobre la base de sus propias decisiones, al margen de condicionamientos políticos tanto en sus países de origen como en los que actúan. Este principio se se ve cuestionado en la práctica por diferentes factores: la necesidad de fondos públicos, la colaboración con los gobiernos u otros grupos de poder en los países receptores, o la influencia de los medios de comunicación y la necesidad de reclamar su atención (Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo, Hegoa).

Por último, la universalidad: cualquier víctima de un desastre natural o humano debe ser socorrida, independientemente de toda diferencia política, étnica o de otro tipo. Pero la aplicación de este principio resulta casi imposible, debido al aumento de la demanda de respuesta humanitaria, por lo que algunas crisis son atendidas, mientras otras quedan olvidadas.

Aun cumpliendo estos principios, los trabajadores humanitarios deben tener especial cuidado en no hacer daño (Do No Harm) con la Acción Humanitaria. Ahora tenemos un ejemplo muy vivo de como la ayuda, aun con la mejor de las intenciones, produce un daño en lugar de aliviar la situación de las víctimas. Me refiero específicamente a Haití. 

 Evidentemente que no toda la ayuda que recibe Haití para afrontar la devastación producida por el terremoto en enero hace daño. Hacen falta muchísimas manos y muchísimo apoyo para reconstruir al país. Pero por otro lado, personas que no fueron afectadas directamente por el terremoto, sobretodo en el campo, sufren hoy una secuela secundaria. Los agricultores ven como los precios de sus productos se han desplomado debido a que la demanda ha bajado. Parece ilógico que en una situación de emergencia como esta disminuya la demanda de alimentos. Pues sí, disminuye. Pero no porque la gente deje de consumir, sino porque consumen las toneladas de alimentos que reciben -gratis- producto de las donaciones que hacemos.

No quiero decir con esto que no donemos comida, cobijas, pañales, ese no es el punto. El punto, y lo crucial, es gestionar de la mejor manera posible la ayuda humanitaria de manera que sirva para mitigar los efectos de un desastre, apoyar procesos de paz, asistir a las víctimas, en lugar de, sin querer hacerlo, prolongar el situación de emergencia o el conflicto, o apoyar a los "Señores de la Guerra" (Lords of War) que muchas veces se mantienen (por lo menos con más comodidad) precisamente gracias a la ayuda humanitaria destinada a las víctimas.

A quien le interese saber más sobre  cómo no hacer daño, les recomiendo leer Do No Harm - How Aid can Support Peace - or War-, de Mary B. Anderson.

De nuevo y como en el 1ro de esta serie de posts, me disculpo por lo técnico y tedioso que puede llegar a ser, aunque dejé muchísima información por fuera, pero la idea no era extenderme demasiado (creo que ahí no les cumplí). Si no soy muy odiada después de esto, escribiré sobre temas más específicos y de manera más concisa. 
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